Espías y Traidores (8). Jorge Juan y la contratación de personal inglés

BLOG - 22-10-2019

Espías y Traidores (8). Jorge Juan y la contratación de personal inglés

José María Sánchez Carrión

Dr. Ingeniero Naval

Socio de Honor de la Asociación de Ingenieros Navales

Académico de número de la Real Academia de la Mar

Presidente de la Fundación ingeniero Jorge Juan

21 Octubre 2019 - Post nº 25

 

Preámbulo

No es exagerado decir que de todas las comisiones, obras y virtudes[1]de la vida de Jorge Juan expresadas en su biografía, es esta, su misión de espionaje, la que más cantidad de libros, artículos, tesis doctorales o conferencias ha generado, al menos en relación al tiempo invertido. Por esta razón es difícil aportar algo nuevo cada vez que se escribe sobre ello.

 

Es verdad que el autor ha descrito en muchos trabajos esta historia; pero he de reconocer que esta, al menos para mí, podría ser la más ajustada a la realidad, donde se señalan informaciones inéditas, otras publicadas en el campo Académico y sobre todo me ha hecho superar algunos de mis errores publicados anteriormente.

 

Conviene aclarar que no fueron constructores ingleses los que se contrataron, en todo caso serían británicos[2],  ya que el Acta de la Unión Jack se había firmado el 1 de enero de 1701 y por otra parte no solo se contrataron constructores sino a maestros de construcción, de jarcia o lonas, carpinteros de ribera, de lo blanco, aserradores, escultores, maestros de armar, motoneros, oficiales, traductores y hasta criados.

 

Juan llega a Londres con la idea inicial de contratar a uno o dos constructores y a un maestro de jarcias, pero finalmente, para salvar la operación, contrata a todo tipo de personal, sin tener constancia de la capacitación, sólo por exigencias de los que hoy llamaríamos “primeros espadas”.  Uno de los aspectos que intoxicó al contraespionaje inglés fue –tal y como le había ordenado Ensenada– frecuentar lo menos que pueda nuestro Ministro en Londres, y aún de acuerdo con él… afectarán enemistad o queja, dejando entrever que, si existían actividades de espionaje, su base no estaría en la legación diplomática, con la que Juan tenía, aparentemente, una mala relación[3]. Cierto es que Ensenada se fiaba poco de Ricardo Wall a la postre uno de sus mayores enemigos[4], lo que dimensionaría el protagonismo del segundo de la Embajada, el encargado de negocios Félix de Abreu que, desde su residencia de Grosvenor Square, sirvió de enlace en numerosas ocasiones. El principal beneficio era desviar la atención de Jorge Juan y poner a los sabuesos de la contrainteligencia tras una falsa pista. La captura de Richard Medcaelf, el maestro de lonas reclutado por Wall, fue un factor que contribuyó a que los ingleses desvincularan a Juan de la operación y a centrar su vigilancia en las actividades del personal de la Embajada.

 

Por las características que perfilaban la misión, ésta no sólo requería abundantes medios económicos, sino que además exigía de una estructura financiera eficaz a fin de dar apronto a los fundamentos técnicos y operativos. Los suculentos sobornos, las mascaradas de cobertura y desinformación, así como la compleja evasión que se vislumbraba, iban a suponer prever cantidades prestas a ser liquidadas en función de las contingencias que se presentaran. Entre 1749 y 1753 la Embajada de Londres desembolsó más de 400.000 reales de vellón en gastos extraordinarios, siendo la misión de Juan la parte del león de ese dispendio[5].

 

Cuando Jorge Juan vuelve de Londres en 1751 se le abona parte del salario no pagado desde 23 marzo que Ensenada había fijado mensual de 8.100 r.v (810 escudos). También sus ayudantes deberían haber recibido 50 escudos desde 2 de noviembre de 1749 hasta 13 de agosto de 1750 y a partir de entonces 25 hasta el final de la comisión. La realidad es que Jorge Juan había recibido sus 600 escudos como capitán de navío hasta 2 de noviembre de 1750[6] y a partir de entonces se le añadieron 200 escudos como Teniente de la Compañía de Guardiamarinas[7] ya que hasta el 13 de septiembre de 1751 no fue ascendido a Capitán de dicha compañía[8].

 

Los ingleses debieron darse cuenta de la necesidad y urgencia de contratación que tenía aquel extraño personaje, por lo que demandaron y consiguieron unos salarios impensables para ellos y para el personal de la maestranza de nuestros arsenales, circunstancia que llegó a preocupar a Ensenada, quien avisó que sólo contratara si las condiciones eran adecuadas.

 

La intrépida huida final de Juan tendrá un positivo efecto dominó, ya que el fin de la misión no evitó un casi constante goteo de técnicos ingleses hacia los arsenales españoles. Los excelentes salarios y la tolerancia religiosa serán el principal estímulo. Sin embargo, es mucho más ilustrativo el hecho de que durante el año 1752, dos años después de fin de la operación, hasta quince operarios ingleses se presentaran por sus propios medios en Ferrol solicitando empleo. Siete de ellos provenían de Deptford. En total serían 95[9] los contratados o atraídos por el efecto llamada sin contar con las criadas y el traductor. Evidentemente Juan no puede ser responsable de las muertes de los constructores, podría haber cuidado el aspecto físico o enfermizo e los responsables que porque sus muertes repentinas, por enfermedad, alcoholismo o accidentes supusieron graves trastornos en la ejecución y costas adicionales significativas. La realidad es que antes de 1770 cinco constructores habían muerto, uno había desertado y 30 habían muerto o habían sido despedidos por diversos motivos, lo que hace un total de 36 operarios, que supone cerca del 38%.

 

En la carta que escribe el 5 de febrero de 1750 a Ensenada desgrana lo que podía ser su libro sobre ingeniería naval, es decir su Examen Marítimo. El Marqués le contesta que al Rey le parece una buena idea, pero que además de la información que solicitaba se le facilitasen todos los planos de los navíos y sus propiedades.

 

La contratación

Juan establece su centro de operaciones en Grosvenor Square y fue el propio embajador quien le presentó[10] a los dos personajes claves de esta misión, al Padre Lynch y al maestro de velas French Alexander, quien más tarde declararía[11] esta presentación. French conoció en 1732 en Sevilla a Wall cuando su padre se estableció en aquella ciudad. Fue, sin duda, quien facilitó el acceso a Juan a Rotherhithe y a la comunidad de astilleros del Támesis alrededor de Deptford, donde la mayoría de la población era irlandesa y católica. Después, el embajador quedó en segundo plano, dejando como interlocutor para estos asuntos a su ayudante Abreu, reservando sus contactos a los exclusivamente protocolarios.

 

Operativamente, la actuación de Juan fue intachable y meticuloso en él, y en sus peripecias de principios de abril de 1749, antes de que se restringiera la entrada de extranjeros a los arsenales, menciona que “ha sido mi ocupación ir a examinar el Río, sus Astilleros, Diques, Maquinas, y Obras por medio de un amigo[12]

 

Asombra la generosidad con que se contrató dicho personal y la animadversión que ello creó en los arsenales y en la propia Armada. Se les adjudicó salarios, sin considerar a los constructores, que fluctuaban entre 40 a 90 escudos y algunos hasta 180 como el escultor James Pepper. Estos sueldos medios superaban grandemente el nivel de salarios de la Maestranza y en Guarnizo, Cádiz o Cartagena llevaban años construyendo embarcaciones (navíos, galeras o jabeques).

 

No es de extrañar que los ingleses desearan ardientemente unirse a aquella aventura      que, en un principio, muy pocos sabían que acabaría en España. Cuando lo supieron tampoco les importó ya que las condiciones ofrecidas eran tan ventajosas que nunca las alcanzarían trabajando en los astilleros del Támesis. Tal vez los primeros seducidos pudieran tener una cierta connotación religiosa para escapar de la persecución que sufrían los católicos, pero fue el dinero y sólo el dinero lo que movió a aquellos hombres. Y dentro de estos aventureros los había buenos, unos pocos, y el resto mediocres o malos; y esto era tan evidente que el comandante general del arsenal de Ferrol, Cosme Álvarez, le dijo a Ensenada que a pesar de todo los barcos eran buenos, pero no podía discernir si lo eran por equivocación o por milagro. Y no le faltaba razón, pues de los llegados a Ferrol alrededor de treinta fueron despedidos y Turner dejó escrito que muchos no se merecían el sueldo que cobraban.

 

Aunque la misión fue una operación exitosa, con matices, el autor no está completamente de acuerdo con lo que afirman rotundamente muchos historiadores acerca de que haya sido una de las operaciones más brillantes de los servicios secretos españoles a lo largo de su historia[13]. Historia que empieza con una razonable renuncia, tal vez asesorado por Alexander French, de no acercarse a Sir Thomas Slade[14], primer constructor del rey y asesor del Almirantazgo y cuando lo intenta con Elías Bird, el más importante del río, constructor de buena parte de los últimos navíos de la Royal Navy, lo clarifica frente a Ensenada como “sin contradicción, el mejor que tiene la Inglaterra”. Se desconocen las condiciones económicas y de trabajo ofrecidas a Birth[15] pero, fueran las que fueran, las rechazó. Tampoco sabemos si llegó a presentarle alguna propuesta concreta, pero Juan entendió como un rechazo, tal vez por su posición y prestigio que ostentaba en Inglaterra y una importante fortuna personal valorada en varios millones de libras, incluyendo los diques en los que puede, además, construir buques para particulares. En todo caso, Juan dio muestras de prudencia en sus conversaciones, o tal vez fuera el traductor French el que moderara las propuestas, pero Birth no sospechó nada que debiera comentar ni con Thomas Slade ni con el duque de Bedford.

 

Descartado Birth, French presenta a Juan en otro constructor que “practica catorce años ha [y] tiene astillero y dique propio, y mucho en qué trabajar, sin embargo, de la mancha de ser católico[16]. Juan le muestra, en nuestra opinión, de una manera acelerada a Ensenada a los seis días después de llegar: “Pongo en noticia e V.E. hoy seis de marzo nuestro arribo a esta ciudad de Londres el día primero del corriente después de un feliz viaje y navegación de veintinueve días. (...) En el río están fabricando por el rey siete navíos nuevos de sesenta y setenta cañones además de una fragata de veinte y un navío de sesenta renovando. (...) Procuraré hacer los reconocimientos en este río en donde creo que se hallan los más hábiles constructores”.

 

 Sucesivamente contacta con los constructores Bryant, Frenwell y Mullan[17]. A continuación, daremos unas pequeñas pinceladas de la dificultad de la contratación de Rooth y de Bryant[18].

 

Richard Rooth

En la misma carta en la que Juan comunica que descarta a Birth anuncia su satisfacción por haber encontrado un experto constructor con mucha experiencia y que, a pesar de ser católico, cosa extraña para los ingleses nacidos en Londres tierra anglicana, tiene un astillero con dique en Deptford[19] no siempre ocupado por su confesión religiosa lo que le produce desasosiego. Rooth desde el principio acepta gustoso la propuesta. Esto, y tal vez la insistencia del Padre Lynch, hizo que concentrara su estrategia en convencer a católicos irlandeses, entre los que existía un malestar por las persecuciones de los jacobinos. Sin embargo, esta hipótesis no deja de ser frágil e incompatible con la idea propagada por el propio Juan de la construcción de un nuevo astillero en Nueva Inglaterra. [20]

 

Precisamente oriundo irlandés, católico y exiliado jacobita también lo era el Ministro Plenipotenciario de España en Londres, Ricardo Wall.[21] Ante este campo de afinidades, es plausible la idea que la búsqueda de Rooth fuera un posible objetivo ya vislumbrado desde la Embajada antes de la llegada de Juan. Aunque no se puede afirmar de una manera categórica, hay dos elementos que dan cuerpo a esta hipótesis: la manifestada afinidad entre ambos personajes y las acciones a baja escala emprendidas por Wall. Ese aspecto es reconocido por el propio Juan, quién en su primer informe sobre Rooth manifiesta también que en “lo que toca al Maestro de Lonas discurro que ya no será necessario hacer diligencia alguna, pues Ricardo Wall me dixo que tiene uno pronto dias ha”.[22]

 

Juan manifiesta a Ensenada quedará satisfecho con Rooth de su habilidad en tal manera que miro como gran fortuna el haver dado con él[23]. Es evidente que el descontento y la frustración manifestada que llevó a la deserción a Rooth se basaba en la marginación que sufría en la adjudicación de contratos con la Royal Navy.

 

A pesar de su predisposición al cambio, Rooth exige un sueldo de una libra al día, ya que dice que era el que tenía Birth y Juan acepta. La confianza y complicidad entre ambos es tal que llega a decirle que su situación, en aquel momento político de Inglaterra, tras la derrota del Pretendiente, era tal que veía como única solución el emigrar. Explica muy claramente su marginación al quedar fuera de uno de los más sustanciosos contratos con la Royal Navy: “manifestó después de nuestras conversaciones lo disgustado que estaba del trato que le dieron en la entrada del… Pretendiente, y el gusto con que recibiría pasar a otro reino”. Estas afirmaciones deslumbran a Juan que ve en Rooth, pero con el acuerdo tomado emerge un correoso Rooth flemático que pospone una y otra vez su salida de Londres, de tal forma que parecería haberse arrepentido del acuerdo. Unas veces pone como excusa para no partir su deseo de cumplir con sus obligaciones, después que desea cobrar unas deudas, otras que está negociando la venta de su ajuar y muebles, otras que debe acabar la fragata que tiene encargada y pide tranquilidad porque está trabajando en los planos que se le han pedido. A la vez incluye en el paquete de contratación a sus ayudantes y familias para evitar denuncias y fuerza a Juan a asumir que el salario no sea de una libra al día sino de una guinea (una libra y un chelín), y el de Novelda pudiera sospechar haber sido engañado[24]

 

Juan, confiado, escribe, y después se arrepentirá de haberlo hecho, que el 24 de marzo de 1749 podrían salir los primeros extranjeros. Ensenada no se lo piensa dos veces y ordena, cinco días después, a Cosme Álvarez que vaya preparando el arsenal de Ferrol para recibirlos con instrucciones para integrarlos en la maestranza, proporcionándoles cómodas habitaciones o alojamientos y darles la protección debida para impedir posibles ultrajes y maltratos.

 

Juan se da cuenta de la ligereza con la que escribió esa carta y un mes después solicita calma y sosiego, ya que el personal sopesa los cambios que supondrán en sus vidas, los riesgos a que someterán a sus familias y la traición que tal viaje podría suponer para su país. La calma con la que se toma el cambio Rooth incomoda grandemente a Juan, ya que el marqués de la Ensenada le urge que vaya concretando y cerrando la contratación de constructores y maestros de velas y jarcia y los envíe a España sin demora.

 

El apresamiento de Drew hace que un misterioso Mr. Sublevant abra una librería científica en Londres, por donde aparecen también sus ayudantes Solano[25] y Mora para que no se les pueda relacionar con esta operación, y así no emborraré mis expediciones de gente[26]. Pide a Ensenada que hable con Carvajal, como presidente de la Cámara de Comercio y con el embajador Wall para que soporten esta desvinculación.

 

Otros de los contactos que realiza sobre las velas y los paños en Drew, del que dice que es uno de los mejores de Inglaterra, que trabajó en las fábricas de Dublín y en otras del oeste del país y que conoce todos los oficios de la manufactura de telas. Otra vez la fina ironía de Juan aparece al añadir en su carta que, si quiere saber sobre la fabricación de los paños ingleses, que pregunte en Granada.

 

Mientras tanto Juan ha contactado, además de con Rooth, con el constructor Matthew Mullan y con el ayudante de construcción Williams Turner[27]. Ahora empiezan a aparecer en las cartas que Juan escribe a Ensenada algunos nombres de personal contratado como John Harris y Thomas Hewitt, el carpintero de lo blanco James Pepper, el maestro de jarcia Henry Sawyers y su oficial Clark, el maestro de lonas Patrice Lahey con sus ayudantes Knight y Cunnigham.    

 

Eduard Bryant

El 19 mayo de 1749 Juan advierte a Ensenada que el rumor de un astillero en Nueva Inglaterra está surtiendo efectos contradictorios. Si los contactos con Rooth y Mullan han dado resultados, la táctica fracasa el 16 de junio con French, y eso alarma a Ensenada, pues no tiene ningún maestro de construcción contratado, aunque Rooth le ha asegurado que tiene un par de oficiales que podrán ser maestros. Con esta carta el de Novelda quiere poner sordina a su optimismo inicial. Pero en el pensamiento de Ensenada no encajan estas dificultades y, casi en la misma fecha, el 14 de junio, le dice que contrate dos o tres constructores: “viere el modo de ganar uno o dos oficiales, los más inteligentes, para traerlos a España”.

 

Juan, desde principios de 1750, se refiere en sus cartas al marqués de la Ensenada a un anónimo nuevo constructor “director y maestro de las fábricas de Birth… es lo mejor de este río de Londres”. Todo el mundo ha asumido que era Bryant, pero un análisis cronológico de la correspondencia dice lo contrario. Este constructor es Alexander French, que rechaza la opción de Nueva Inglaterra sin causa conocida.

 

A pesar de todos los inconvenientes, la operación se desarrolla con éxito. Juan ha fracasado con Birth y French, pero tiene a Rooth y Mullan y opina que debe llevarse otro más para poder distribuir uno por departamento. Ya no quedan más católicos con quien tratar y es el propio Rooth quien le sugiere que pruebe con Eduard Bryant, que trabaja con Birth.

 

El 21 de septiembre Juan informa que Rooth le sigue presionando y ha aumentado sus exigencias para sus oficiales, para los que solicita al menos 150 libras, en lugar de las 100 acordadas. Se trata de una exigencia excesiva, pero es aceptada. Explica su contacto con dos nuevos constructores, que al parecer tiene medio convencidos Rooth y que uno de ellos, suponemos que Mullan, ya ha dado su palabra, si el sueldo es de 300 libras. Del segundo nada sabemos, pero nos inclinamos a pensar en French en lugar de Bryant, ya que este por aquellas fechas no estaba ni “medio convencido”. Rooth no quiere contactarlo, aunque opina que con un sueldo de 300 libras estaría hecho. Ensenada, por cartas cifradas de fecha 28 y 29 de septiembre, de las que se conservan los borradores, aprueba los sueldos de los constructores y del maestro de jarcia y habla de “que al protestante”[28] le diga que irá a Nueva Inglaterra y “se le haga en Francia la proposición” de que el destino es España.

 

A finales de febrero de 1750, mientras que Rooth se mueve ya seguro por Francia, Juan notifica a Ensenada sus “propuestas a uno del arsenal del rey en Deptford”, como respuesta a la orden recibida de “solicitar segundo constructor, si no tercero y aun cuarto, porque como V.S. sabe son tres nuestros departamentos, y en todos es el ánimo fabricar a un tiempo” y “todos los hábiles que quedan son protestantes”[29]. Mr. Sublevant[30] debería abordarlo con la misma necesidad de creación de un nuevo arsenal en Nueva Inglaterra. Pero al igual que con Birth y French tampoco funciona con el anglicano Bryant, ya que lo hace con “el disfraz de que les pedían de Nueva Inglaterra con partidos aún más ventajosos”. Nada tiene que perder y Juan asume el acercamiento directo, bajo la identidad de Mr. Joseus[31], exponiéndole que le ofrece trabajar en los arsenales de España. Negocia en nombre del rey y se encuentra con un interlocutor clarividente al que no sólo le importa su sueldo.

 

A Bryant lo mira con recelo y llega a decir que debe vencer su repugnancia y tratar con protestantes. Intenta que lo hagan Rooth o Mullan, pero después de demorarlo señalan que es preferible que sea él quien hable, una vez que ellos y sus familias se encuentren fuera de Inglaterra, abordarlo directamente y descubrirle que su destino es España. El protestante fija su sueldo en 300 libras al año y, no hay antecedentes de los anteriores, exige que le sean pagaderas mensualmente en moneda equivalente y durante todo el tiempo que permaneciera en España. No está interesado en irse a Nueva Inglaterra, ni le atrae ninguno de los lugares de Ultramar españoles, y exige de Mr. Joseus, es decir, al rey, el compromiso de hacerle trabajar sólo en los arsenales peninsulares, salvo acuerdo en contrario. Le interesa saber su cargo y quiere ser nombrado constructor del rey y que, de acuerdo con su rango, se le proporcione una vivienda digna, que disponga de servicio, en el recinto del arsenal donde trabaje, sin ningún cargo para él. Los gastos en que incurrieran su familia, sus criadas y él hasta llegar a destino debían ser igualmente soportados por la Armada, no obstante, señala que aquellos gastos extraordinarios que se necesitasen se les adelantarían y que posteriormente serían descontados en varias mensualidades y dentro de estos se incluían 50 libras esterlinas pagaderas a su hermano William. Todo esto queda reflejado además en un contrato firmado el 15 de marzo de 1750, en el que, por otro lado, se le garantiza la plena libertad religiosa[32].

 

Demos un salto para situarnos en Cartagena en 1760 y dejemos que Christopher Harvey cuente su entrevista con Bryant, quien a caballo le mostró la ciudad y sus alrededores, al tiempo que le explicó los detalles y circunstancias de su contratación:

“En cierta ocasión y durante varios días, un hombre a quien él no conocía de nada le seguía a todas partes y cuando pasaba por su lado le saludaba reverente, quitándose el sombrero. Obviamente, Mr. Bryant terminó por intrigarse, así que cierto día se decidió a preguntar al amable desconocido si quería hablarle, y éste le contestó que el lugar estaba demasiado concurrido para lo que tenía que tratar con él y entonces convinieron en encontrarse esa misma noche en una taberna. La reunión acordada se celebró. Sin embargo, Mr. Bryant no sacó nada en limpio, ya que el desconocido [Jorge Juan] no le dio más que vagas y confusas explicaciones. Mr. Bryant creyó que la siguiente reunión le sacaría de su justificada perplejidad, pero no fue así, el segundo encuentro acabó como el primero. Todavía más, la tercera reunión concertada acabó igualmente sin trato y sin concreción alguna. Por fin, colmada ya la flema británica de Mr. Bryant, este espetó al desconocido que no le concedería posteriores entrevistas hasta que no le explicara los negocios que se llevaba entre manos. Sólo entonces el contumaz hispano le informó de que lo había tenido tanto tiempo en suspense para comprobar si era el nombre idóneo para el asunto que había de proponerle, y a reglón seguido le informó [de] unos grandes ofrecimientos en nombre del rey de España”[33].

 

Los maestros de lona y jarcia

La detención del irlandés maestro de lonas Richard Medcaelf pudo ser un factor que contribuyera a que desvincularan a Juan de la operación y a que centraran su vigilancia en las actividades del personal de la embajada. Esta captura le llevará a contratar al maestro irlandés Patrice Lahey, católico irlandés, buen profesional que quiere llevarse a su mujer, buena hiladora, y a dos oficiales, además de telares e instrumentos para la fabricación de hilo. Este le argumentó que para hacer una vela de buena calidad se necesita un cáñamo de buena calidad, limpiándolo y enhebrándolo bien.

 

Por lo que respecta a su sueldo solicita media libra al día y una gratificación de 50 libras como gastos de viaje de su mujer y oficiales a Ferrol.

 

El 11 de septiembre Juan comenta que el maestro de jarcia, probablemente Sayers, no está muy de acuerdo con el sueldo ofrecido de 250 libras al año, ya que él gana, con lo que saca de los aprendices, casi esa cantidad, y que para salir de Inglaterra tiene que tener una compensación económica. Jorge Juan acaba cediendo a las 300 libras anuales y aceptando que intentaría convencer a sus oficiales para que se conformasen con las 100 libras en lugar de las 120 que pedían.

 

La opción irlandesa fue un caballo ganador explotado prácticamente hasta la saciedad. Incluso, tal y como queda plasmado en la instrucción reservada de Ensenada a Juan, “la lona de Irlanda es de mejor calidad que la de Inglaterra, y por ello se sirven de aquélla”.[34] Ya se ha hecho mención a la recluta de un maestro de lonas por Wall, Richard Medcaelf, probablemente también irlandés, el cual ya había trabajado en España, y que será capturado, lo que llevará a Juan a la recluta de otro maestro. Este será nuevamente otro irlandés, Patrice Lahey, quién, al igual que Rooth, aportará dos de sus oficiales. Sobre su idoneidad Juan expresa a Ensenada que “las fábricas de lona de Irlanda exceden tanto en bondad a la de esta ciudad [de Londres], [ya] que la mayor parte de las velas las llevaban antiguamente casi todos los Navíos de aquellas fabricas; y obligó el Parlamento (porque no se perdieran estas) a expedir un auto en que mandó que todo navío estuviese obligado a sacar a lo menos un juego de velas de las fabricas inglesas”.[35]

 

A fin de reducir el volumen del cargamento y no levantar sospechas, Juan informa que en “lo que toca a los telares, si acaso en España no son como aquí de acero, dize el [Lahey], que seran necesarios 20: que uno ira completo de maderaje y todo, para que sirva de modelo para los demas, y que los otros llevaran solo lo que dudare que se pudiere trabajar aí”.[36]

 

[1] Parte del título de la biografía de Jorge Juan escrita por su secretario Miguel Sanz que lo fue desde noviembre de 1751, según señalan Armando Alberola y Rosario Die en su estudio preliminar de la biografía y que aparece en una instancia que presenta Miguel Sanz a la Tesorería del Departamento de Cádiz en 1797, AGMAB, Intendencia, leg 3268 (259), expediente del comisario de guerra don Miguel Sanz

[2] Hoy todavía nos referimos a los británicos como ingleses

[3] MNM, manuscrito 2162, folio 4. 

[4] Diego Téllez Alarcia, El caballero D. Ricardo Wall y la conspiración antiensenadista

[5] Pablo de la Puente: El Triunfante: tecnología y ciencia en la España de la Ilustración

[6] Jorge Juan ascendió a capitán de navío el 13 de septiembre de 1751

[7] Catherine Scheybeler, Tesis doctoral, A Study of Spanish Naval Policy during the Reign of Ferdinand VI. La autora se refiere a AGS, Marina, 769, f.9, Ensenada, 20 marzo 1751.

[8] AGS Marina 768, ff.136–41, ‘Consignación ordinaria y extraordinaria para los tres Departamentos en el año de 1751

[9] Sánchez Carrión, José María: François Gautier in Spain 1765-1782: Seventeen years that transformed Spanish Naval Engineering and Construction y Catherine Scheybeler op. cit incluyendo dos interpretes, tressirvientas y el asesor de Rooth.

[10] Es posible que Wall no fuese hombre de la confianza de Ensenada; pero la cruda realidad es que Wall apoyó a Juan en sus primeros momentos introduciéndolo en el grupo de espionaje (tesis de Catherine Scheybeler de 2018) y anunciando su inmediata detención para facilitar la huida (Memorias de José Solano).

[11] Catherine Sechybeler: Tesis doctoral A Study of Spanish Naval Policyduring the Reign of Ferdinand VI, donde se remite al TNA (The National Archive), Kew SP36 / 112, ff.90–1, donde se encuentran los interrogatorios del 2 de abril de 1750 de una serie de operarios, entre los cuales se encontraba Alexander French. Aparte del hecho que todos los entrevistados reconocieron contactos con Juan recordaron que French había actuado como su intérprete. Hay gran cantidad de pruebas de que era plenamente consciente del papel de Juan, ya guardó muchas de las pertenencias de quienes viajaron a España. Sin embargo, Ensenada rechazó en junio de 1749 la petición de Juan de otorgarle un salvoconducto en caso de que sus actividades salieran a la luz. AGS Marina 712, carta de Juan a Ensenada, Londres, 9 de junio de 1749.

[12] AGS, Marina, legajo233, sin foliar.

 

[13] Pablo de la Puente, Triunfante. op. cit, cita CesaryTaracha, “Hiszpańskiwywiad w WielkiejBrytanii XVIII wieku”, La inteligencia española en Gran Bretaña en el siglo XVIII", estudios polaco-españoles. Siglo XVIII.

[14] En el anexo del post 18.7 se incluye una lista de los diseños de Slade. 

[15]Según Rif Winfield: The 50-Gun Ship. El denominado en las cartas de Juan es, casi con total certeza, Elías Bird es en realidad Birth. No es extraño este fenómeno, el cual se puede unir al hecho que sistemáticamente los ingleses son denominados en la documentación por su nombre de pila en castellano y grafías de su apellido del todo sui géneris.

[16] A.G.S., S.M., leg. 233 y 234. Este constructor misterioso es, sin duda, Rooth. AGS, Marina, legajo 233, sin foliar. Es una idea extendida a la vez de errónea es la de que Rooth trabajaba en Plymouth. En ese mismo legajo, pese a su prudencia, Jorge Juan afirma que Rooth vive “abaxo del río [Támesis] donde está su alojamiento”. En Rotherhite no sólo tenía su astillero, sino también matriculado su buque mercante, la Hermosa Juana. AGA, legajo 234, sin foliar.

[17] Sobre los contactos con Mullan (o Mullins) no se tienen referencias

[18] El autor anteriormente suponía que sería David Cheap el intermediario que fue comandante de la fragata HMS Wagner de la expedición de Anson ya que incluso le propuso em 1749 la compra por España del navío HMS Anson y que Juan le conoció en su viaje en la fragata Liz. Juan escribe a Ensenada (AGS, Marina, leg 233 del 3 octubre 1749) para indicar que la oferta había sido fríamente rechazada; sin embargo los detalles fueron enviados a los comerciantes de Cádiz a través de Francisco de Navas (Carta de Ensenada de fecha 20 octubre 1749), AGS, Marina, Leg 316) señalando que era un buque recién construido como fragata y mercante que podría llegar hasta Amércica.

[19]Iimagen NMM. Grabado del Arsenal de Deptford.

[21]Ricardo Wall y Devreux es hijo del exilio jacobita en Francia, en donde nació en 1698. Fue enviado a Inglaterra a concluir los términos de la paz, y allí permaneció al frente de la legación, primero con rango de Ministro Plenipotenciario, siendo ascendido a Embajador en 1751.

[22] AGS, Marina, legajo 233, sin foliar.

[23] Referencia pp 18.

[24]El sueldo de Rooth equivale a 55.000 reales y es aproximadamente el 40 % del sueldo del Intendente General de Cádiz y presidente de la Casa de Contratación y era solo el 85 % del sueldo que asignarían a Gautier como Director de Construcciones y Carenas.

[25]En las memorias de Solano, Teniente General de la Armada y Primer Marqués del Socorro, señala con detalle la forma en que, personalmente realizada las funciones, que se han considerado, hasta ahora, como realizadas por el propio Juan

[26] Otra muestra de ironía de Juan al emplear “emborrar” que es, dentro del proceso textil, cubrir con aceite la segunda carda de la lana, para señalar que estaba desvinculado de la operación abortada.

[27] Poco se sabe de su contratación y de la del ayudante Turner, pero sabemos que este se incorporó en 1752,

.

[28] No sabemos si el protestante es Bryant o French.

[29] A.G.S., S.M., leg. 233.

[30] Se ha dado por supuesto que Jorge Juan, camuflado como Mr. Sublevant, es quien inicia los contactos con Birth y Rooth. Es el mismo Juan el que comunica a Ensenada la “aparición” del librero Sublevant después del apresamiento de los maestros de lona que había enviado Wall a finales de marzo de 1749.

[31] Su primera identidad

[32] M.N.M., Ms. 75 bis, doc. 54.

[33] Blanca Krauel Heredia: Viajeros británicos en Andalucía de Christopher Hervey a Richard Ford, 1760-178..

[34] MN, Guillén Tato, manuscrito 2162, folio 3.

[35] En estos términos se expresa en su comunicación cifrada del 7 de julio de 1749. AGS, Marina, legajo 233, sin foliar. Con toda probabilidad se encuentran precedentes de asientos a irlandeses en industrias de transformación del cáñamo, en este caso de jarcia, desde los años treinta, como es el caso de John Burnaby. Manuel Díaz Ordoñez, Lo legal y lo ilegal en la contratación del asiento de jarcia para la Armada Española cuadro 1.

[36]AGS, Marina, legajo233, sin foliar.



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